Abordamos este tema en un hombre de quien se puede decir sin agravio a otros que ha sido uno de los más grandes entre los antiguos maestros de la Iglesia. Dentro de la inmensidad de su obra donde Agustín encara este tema: “De ordine”, “De quantitate animae”, “Confesiones”, “De Trinitate”, “De civitate Dei”, etc, tendremos especialmente en cuenta “Soliloquios” (L.I. cap. 1º y 2º). Aquí se encuentran textos que ayudan a meditar la importancia de la humildad a la que obedece la memoria escrita: redacta esta plegaria para que el fruto de tu entendimiento te dé bríos. Humildad para hacer un trabajo de memoria y la labor terapéutica de la memoria escrita. Otro texto al que atenderemos será su obra “Confesiones” en especial el L.VII, cap. X, L.IX, cap. X, y el desarrollo entrelazado que se da en el L.X desde el comienzo hasta el capítulo XVII en donde su percepción de la Belleza infinita hace del místico Agustín también un “esteta”.
Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé.
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