En un pasaje de su tratado tardío ‘Sobre la vida de Moisés’ (II, 86) Gregorio de Nisa, refiriéndose a los males padecidos por los egipcios en el relato bíblico, sostiene la plena responsabilidad de la decisión (proaíresis) humana sobre ellos, al punto de afirmar que la Justicia divina misma ‘es consecuente’ u ‘obedece’ (epakolouthoûsa) a las decisiones humanas según su valía. El verbo epakolouthéo es usualmente predicado de las cosas creadas entre los Padres, ya que éstas ‘siguen’ los designios del Creador y el orden que él estableció en la naturaleza. Su atribución a Dios mismo en este contexto es muy llamativa. Es cierto que el Niseno sigue de cerca allí la exégesis origeniana del Éxodo, que intentaba refutar el determinismo de algunas corrientes gnósticas proponiendo el autogobierno real del alma, tanto para su perdición como para su salvación. Pero Gregorio va más allá de Orígenes y de sus influencias platónicas y estoicas en lo referente a la noción de persona, al protagonismo de la libertad humana y al nivel de correspondencia interpersonal del hombre con lo divino.
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