El conocimiento e interés por Pablo en Prisciliano se ubica dentro de un florecimiento notable de comentarios al corpus paulinum en Occidente entre la segunda mitad del s. IV y la primera década del s. V. Los motivos de la aparición de este tipo de literatura en Occidente no parece casual y ha sido objeto de estudios particulares en los últimos años (M.F. Wiles, W. Geerlings, M.G. Mara). Ahora bien, si por un lado nuestro autor no es el escritor de ninguno de esos comentarios, por otro lado se le atribuye un conocimiento especial del Apóstol; en efecto, utilizó sus cartas abundantemente y resumió la enseñanza paulina en noventa cánones. Y los motivos que señalan los estudiosos acerca del interés por Pablo en Occidente a fines del s. IV se ven reflejadas en el movimiento de ascetismo originado por Prisciliano que exige y pide maestros, autoridades en quienes apoyarse. El personaje bíblico que mejor puede servir para mostrar la sequela Christi en tiempos de aburguesamiento es Pablo. También los textos de Ef 6, 11ss y Rm 13, 12 son una invitación a pasar a un nivel superior de lucha una vez vencidos los vicios de la carne. Asimismo, Prisciliano como el Apóstol extrae consecuencias morales de la celebración pascual (1 Co 5:7-8) apropiándose de la Pascua de Cristo mediante la ‘castificación’. Del mismo modo Pablo es quien invita al grupo priscilianista a buscar el sentido espiritual de la Escritura ( 1Co 10,11). Por último, el intento de dar una respuesta a la época de angustia, según la emblemática expresión de E.R. Dodds, puede verse reflejado en este fenómeno del ascetismo priscilianista.
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